El tungsteno tiene un punto de fusión extremadamente alto debido a sus fuertes enlaces metálicos y a la disposición de sus átomos en una estructura de red cristalina. El alto punto de fusión del tungsteno es el resultado de fuertes fuerzas interatómicas, que requieren grandes cantidades de energía térmica para romper los enlaces químicos y transformar el material de sólido a líquido. Esta propiedad hace que el tungsteno sea extremadamente difícil de fundir, convirtiéndolo en uno de los elementos con mayor punto de fusión.

La estructura atómica única del tungsteno, junto con su alta densidad y dureza excepcional, contribuye a su resistencia a la fusión, lo que lo hace ideal para aplicaciones que involucran temperaturas extremas, como hornos de alta temperatura, componentes aeroespaciales y contactos eléctricos.